Con demasiada frecuencia se nos olvida aquello de que ¨para siempre¨ es para siempre. Se nos pasa que cuando una especie se extingue nadie volverá a verla jamás, que su quebranto se perderá en lo oscuro y los árboles llorarán en silencio su partida.
Por eso, hoy queremos mostraros qué se pierde con cada especie que desaparece, cómo hacer para no empujar al abismo sino para sujetar a la vida. Y así, entre gatos de fareros y tigres acristalados invitaros a soñar en futuros donde la Tierra no contenga la respiración. José Antonio Hódar nos da razones para conservar.
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